domingo, 16 de marzo de 2008

FORMANDO PROFESORES PARA EL MUNDO RURAL

(Para la Revista Avance Agrícola (033) 26 67 94 / 8 901 99 46 http://www.avanceagricola.com)


Muchos se preguntan ¿es igual enseñar en la escuela rural que en la ciudad?, o ¿de que forma se puede enseñar en un a misma sala en que hay niños y niñas de diversas edades y cursos?

Las Escuelas Normales de Chile formaban profesores rurales, pero desde su cierre, en 1974, no habían existido acciones académicas sistemáticas en el ámbito de la investigación, la docencia y el perfeccionamiento, salvo la experiencia de la Universidad Católica de Chile en su Sede Villarrica que a partir de 1985 estaba ofreciendo un Post Título en Educación Rural. La Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación, a través de su Facultad de Ciencias de la Educación, ha implementado un programa de formación de profesores rurales. De esto trata este artículo.

Existen numerosos estudios que señalan las condiciones en que se educaba en el mundo rural. En la segunda mitad de la década de los 80 señalaban la situación de precariedad del sector en cuanto a la calidad de las escuelas rurales en su infraestructura e implementación, la desmejorada situación de los profesores que se desempeñaban en esas escuelas en cuanto a formación profesional, posibilidad de perfeccionamiento y actualización, el aislamiento en que se encontraban, especialmente los profesores de escuelas multigrados y los malos resultados académicos que son una muestra evidente de la inequidad que afectaba a ese sector del sistema educacional..

También desde comienzo de los 90 la existencia de una organización nacional de profesores rurales que no sólo estaba ocupada de sus problemas gremiales sino que principalmente de compartir experiencias significativas y exitosas en los aprendizajes de los alumnos. Esto entregaba una fuerte señal del potencial innovador y las posibilidades de mejoramiento en el proceso de enseñanza aprendizaje al cual los profesores rurales podrían aportar.

A ello se agregó la acción decidida de primer gobierno democrático que con los antecedentes de esta situación inicia sus acciones sistemáticas de mejoramiento (Programa MECE/RURAL) justamente en las Escuelas rurales del país, iniciándose esa acción en una muestra de escuelas rurales multigrado.

Frente a esta situación de abandono en que se encontraba la educación rural, durante 1995 en la Universidad de Playa Ancha se inicia un estudio que da origen a un Seminario de Título que tiene como principal propósito establecer la factibilidad que se retome la formación de Profesores Básicos que tengan algún grado de especialización en el trabajo en Escuelas Rurales. En forma paralela, se dicta una asignatura a los alumnos de Pedagogía denominada “Introducción a la Pedagogía en el Medio Rural”, que tiene una notable respuesta de inscritos, asistencia y participación. Se convierte en una señal potente que a los jóvenes estudiantes de pedagogía les puede interesar el tema rural. Como producto de ese año de trabajo hay evidencia de la factibilidad de introducirse en el tema a través de la formación docente inicial.


Estos trabajos previos culminan en 1996, a los dos años de iniciados, y con el apoyo del Ministerio de Educación a través de un Proyecto de Desarrollo Institucional, y la conformación de un grupo de académicos encargados de diseñar un Currículo para formar profesores que se desempeñen en Escuelas Rurales. El académico que coordina estas acciones es el profesor Carlos Moreno Herrera (cmoreno@upla.cl), que actualmente continúa investigando y participando en diversos proyectos de orientación rural.

(En la foto, escuela Dallico, Chiloé)





Los inicio de la Carrera Básica Rural

A fines del año 1996 fue aprobado, en la Universidad de Playa Ancha, el Plan de Estudio para la Carrera Pedagogía en Educación Básica con Mención en Educación Rural y Desarrollo. El programa se instaló en la Sede San Felipe de la Universidad y en marzo de 1997 recibió a sus primeros 31 alumnos.

Tradicionalmente la Escuela Rural y más específicamente el Profesor Rural ha tenido un rol muy importante en la vida de las comunidades en donde está inserta la institución educativa. El proyecto de formación de la carrera apunta a la preparación de un profesional que pueda ayudar efectivamente a las comunidades rurales tanto en el proceso educativo de sus miembros como en el perfeccionamiento de sus organizaciones y principalmente en la elaboración, gestión, ejecución y evaluación de proyectos de desarrollo rural. Para esto se potenciará la acción de la Escuela Rural a través del mejoramiento de la formación de su principal agente: el Profesor, modificando el curriculum de la Carrera de Educación Básica que implicó otorgar la Mención en Educación Rural y Desarrollo Local. Este profesor, con una práctica pedagógica pertinente al entorno rural e innovador permanente de ella, ayuda también a las comunidades rurales a incorporarse a los procesos de modernización.

Que se espera del egresado de la Carrera (Perfil Profesional)

Se espera que el Profesor Básico Rural sea un constructor, desarrollador y aplicador de Curriculum, social y culturalmente pertinentes y con un permanente componente de innovación. Ello implica que su formación debe incluir las destrezas para caracterizar cultural, social, geográfica, ecológica y económicamente a comunidades donde están insertas las Escuelas Rurales,

También implica el diseñar, construir, desarrollar y aplicar programas de estudio en sectores de aprendizaje en conformidad a los objetivos fundamentales, contenidos mínimos y objetivos transversales, como también a las propias características de la comunidad en donde está inserta la Escuela.

Sus estrategias pedagógicas deben ser innovadoras con recursos de aprendizaje que incorporen tanto las nuevas tecnologías como la informática e internet, como también otras propias de la cultura local pertinentes.

Debe estar lo mejor dotado posible para mantener un alto estándar de desempeño e identidad profesional en escenarios difíciles. Ello involucra también un buen dominio de las diversas áreas del conocimiento, necesarios para desempeñarse como Profesor Básico en el área rural.

Y de acuerdo a la relevancia tradicional que su rol posee, debe ejercer un liderazgo de opinión desde la propia cultura rural en el proceso de modernización y desarrollo de las comunidades rurales. Deberá participar en la preparación de los líderes futuros de las comunidades rurales, de manera que puedan continuarse y mejorarse los procesos de desarrollo y deberá contribuir a la modernización de las comunidades rurales respetando su identidad cultural.

Ingreso a la carrera y formación.

Hay dos modalidades básicas de ingreso (además de traslados, transferencias y otras), via PSU y por Admisión Especial en la modalidad Vocación Pedagógica. En el año 2008 ingresan 38 nuevos estudiantes a la carrera, de los cuales 8 son vía vocación pedagógica. La Hipótesis de trabajo que sostenemos es que existen un conjunto de jóvenes que tienen una fuerte vocación pedagógica y que la han probado en diversas actividades sociales tales como: agentes pastorales, miembros de escuelas dominicales, como boy scout, en el P 900, etc. la mayoría de los ingresados de esta forma se han convertido en muy buenos estudiantes y líderes positivos en sus respectivas promociones.

Asumiendo las debilidades en su formación personal y profesional que portan los alumnos que ingresan a Pedagogía se establece un Primer semestre que estará principalmente dedicado a paliar estas deficiencias. A partir de la base de que es importante que los alumnos asuman, desde un comienzo, la realidad donde ellos se desempeñaran, el medio rural, se incorporan en el Plan de Estudio un conjunto de Talleres que obligan a los alumnos a un fuerte protagonismo en su aprendizaje vinculándolos fuertemente al medio rural del Valle de Aconcagua, que es donde se imparte la carrera.

En este mismo plano y con el propósito de vivir otro tipo de ruralidad, los alumnos de sexto semestre tienen que efectuar una estadía en localidades y escuelas rurales de la Isla Grande de Chiloé.

El proyecto de formación entrega una Mención en Educación rural y Desarrollo Local, por lo tanto, se aborda la ruralidad desde la ruralidad y con el propósito que los futuros profesores se conviertan en Agentes de Desarrollo Local.

Algunos hitos de la Carrera.

  • Entre 1997 y 1998, la Universidad de Playa Ancha procedió en conjunto con la Universidad Austral de Valdivia a la Evaluación del MECE Básica Rural, mandatado por el Ministerio de Educación. En esta investigación participaron académicos y alumnos de la Carrera. Las principales recomendaciones y resultados dieron origen a un documento editado por el Ministerio de Educación.

  • En 1998, la Universidad de Playa Ancha en conjunto con el Departamento Nacional de Profesores Rurales de Chile y la Dirección Provincial de Educación San Felipe – Los Andes con el apoyo de la FAO, IILCA y el Ministerio de Agricultura organizó en San Felipe el II Encuentro Latinoamericano de Educación Rural. Durante tres días especialistas internacionales y Profesores Rurales presentaron diversas ponencias y experiencias significativas en el ámbito de la Educación Rural.

  • Durante año 1998, por encargo del Ministerio de Educación se realizó un Estudio de la Gestión en Escuelas Multigrados del Programa de Educación Rural del Ministerio de Educación.

  • Para el Ministerio de Educación se realiza el “Estudio de la Gestión de las Escuelas Adscritas al Programa Educación Básica Rural del Ministerio de Educación” (2002)

· En el año 2007 también por encargo del Ministerio de Educación, se realiza el proyecto “Modelo de Evaluación Institucional en las Escuelas Multigrado”.

· A partir de julio de 2003, el Programa de Educación Rural y ha lanzado el primer número de la Revista Digital “e-Rural” que espera constituirse en un medio de divulgación del mundo académico que está trabajando en el ámbito de la Educación Rural.

(Ver en http://educacion.upla.cl/revistaerural/erural.htm )

  • Formación de la red internacional de colaboración establecida con la Universidad de Barcelona y a través de ella con otras universidades catalanas como también la participación, a partir de 2006, en la red eurosocial que agrupa a países de América Latina y Europa.

· Debe agregarse además las investigaciones realizadas en localidades rurales del Valle de Aconcagua, del Lago Rapel, de Santo Domingo y la experiencia de estadías en prácticas intensivas e investigaciones rurales, desde hace ocho años consecutivos, de alumnos de cursos superiores y profesores de la carrera en localidades y escuelas rurales de la Isla Grande de Chiloé.

  • El 15 de diciembre de 2006 se recibe, por parte de la Comisión Nacional de Acreditación de Programas (CNAP), el Informe de la visita de la Comisión de Pares a la Carrera, que da origen a la acreditación de la Carrera por dos años. El informe se encuentra en el blog de la Carrera:

http://carrerabasicarural.blogspot.com/2007/01/informe-de-comite-de-pares-la-carrera_10.html

Fernando Leiva Valenzuela

Académico

Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación

Jefe de Carrera

Carrera en Educación Básica con Mención en Educación Rural y Desarrollo

Blogger: http://carrerabasicarural.blogspot.com/

Correos: fleiva@upla.cl y fleivav@gmail.com

La violencia en la escuela no permite aprender mejor.

Profesor Fernando Leiva Valenzuela,
Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación.
(Publicado por Revista Comunión, del obispado de San Felipe, Junio - Julio 2007)

Hay varios estudios, que en general, coinciden en señalar que un 90% de los escolares en nuestro país cree que hay violencia psicológica en los colegios y más del 80% considera que esta violencia es física. Los mismos estudios determinan también que sólo el 15% de los niños y jóvenes les comentan a sus padres de estos hechos, aún cuando muchas veces son víctimas de ésta violencia.
Las cifras son francamente alarmantes y debemos considerar que se trata de diversas formas de violencia: psicológica, física, social; en la escuela, fuera de la escuela, en la sala de clase; hostigamientos a ciertos alumnos (bullying), el matonismo, y las combinaciones de todas ellas.
Algunas de estas formas de violencia se están conociendo ya a nivel de los medios de comunicación, como el bullying que se produce cuando un(a) alumno o un grupo – más fuerte-, intimida y maltrata, en forma repetida y a lo largo del tiempo, a un compañero(a) que es más débil y está indefenso. Fue el caso tan lamentable de la alumna Pamela Pizarro que al parecer se suicidó producto de de un acoso constante de sus compañeras.
¿Qué se está haciendo en nuestro país para evitar estas prácticas? Muy poco, la verdad, y se necesita con mucha urgencia desarrollar planes escolares para ser aplicados en aquellas escuelas con más riesgo en este tema.
El problema se hace más difícil cuando vemos que los profesores y las autoridades escolares pareciera que no toman las medidas adecuadas para detectar y tratar esta violencia. Por otro lado los padres de niños violentos casi nunca reconocen que sus hijos pertenezcan a estos grupos. Y los propios niños víctimas, por vergüenza o temores, no cuentan sus dramas.
Normalmente las respuestas que escuchamos de los profesores se refiere a que los aprendizajes sociales tienen sus propios ritmos, códigos y formas de desarrollo y que los problemas que surgen normalmente son resuelto por ellos mismos.
En nuestro país cuatro de cada diez niños y niñas declaran haber sido víctimas de algún tipo de violencia que les afecta necesariamente en los aprendizajes y la escuela es mirada entonces como un lugar de conflictos al que acuden con temores y desagrado.
¿Por qué prevenir la violencia en las escuelas? Porque la calidad de la convivencia escolar influye directamente en los logros académicos y en el desarrollo integral de los estudiantes. Porque la escuela es un ámbito de intervención privilegiado para la socialización y formación de valores sociales, y para prevenir que los niños y jóvenes sean víctimas o autores de un amplio rango de conductas negativas, ahora y en el futuro.
¿Cómo y quién debiera propiciar mejores climas de convivencia escolar que permitan un mejor desarrollo de los niños y niñas y también mejores aprendizajes? Son varios los responsables que debieran hacer esto. Los padres y familiares deben conocer mejor a sus niños y niñas y ser capaces de reconocer si son víctimas o victimarios de algún tipo de violencia. La responsabilidad de educar es en primer lugar de la familia y como tal deben asumir este rol tan importante y determinante en el tipo de joven y adulto que ese niño o niña puede llegar a ser. Y si la familia tiene problemas para cumplir este rol hay profesionales especialmente formados para ayudar y orientar a la familia, los profesores, que sin lugar a duda están todos ellos dispuestos y capacitados para trabajar, junto a la familia, el problema.
Pero la escuela tiene también una gran responsabilidad y debe hacerse cargo de estos problemas, en especial cuando mayoritariamente estos hechos suceden en su interior. En especial hoy día la escuela, los directivos, profesores y su personal en general, tienen muy buenas herramientas y de todo orden para tratar adecuadamente esta y otras problemáticas escolares.
Pero lo fundamental, frente a este tipo de situaciones de violencia escolar, la escuela debe plantearse programas integrales que sean capaces de abordar enteramente esta realidad, que puede llega a ser un flagelo para demasiados niños y niñas que son despojados matonescamente de sus derechos fundamentales y de tener una sana y armónica convivencia.
Un programa integral debiera, al menos, contemplar los siguientes elementos: Incorporar al Proyecto educativo y al reglamento interno los elementos de la “gestión de la disciplina clara y justa.” Formación de los profesores en “manejo del aula”. Participación comprometida en la gestión y desarrollo del programa de todos los profesores y personal de la escuela. Incremento de una supervisión basada en la “prevención”, mejoras en infraestructura. Sistema permanente de información, evaluación y focalización de acciones. Programas de mediación o resolución pacífica de conflictos. La incorporación de la familia, en la participación en estos programas, es fundamental.
Finalmente señalar, que una buena estrategia para tener éxito en la implementación de un programa “anti violencia escolar” sería considerar una focalización de niños de alto riesgo apuntando a la prevención, por ejemplo, con programas para todos los alumnos de una escuela o de un curso; o, en otra etapa, con programas especiales para grupos de alumnos con conductas de riesgo; y simultáneamente con programas específicos e individualizados para alumnos de alto riesgo.
(Fuentes y material de consulta: MINEDUC (Comisión de formación ciudadana. Política de convivencia escolar. Material de apoyo para la convivencia escolar (reglamentos de convivencia y resolución de conflictos). Constitución de Consejos Escolares. 600.Mineduc). Adaptaciones de Sprague, J., School-based Interventions for Preventing Juvenile Delinquency, IVDB, University of Oregon, 2004.)

EL DESARROLLO MORAL HOY

Como educar la conciencia moral.
Profesor Fernando Leiva Valenzuela
Académico Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación
fleiva@upla.cl y fleivav@gmail.com
(Publicado en Revista de Orientación Educacional, de la Facultad de Educación de la Universidad de Playa Ancha, N° 29 y 30 de 2002 - ISSN 0716-5414)

RESUMEN
El tema del desarrollo moral ha tenido multiples variaciones y perspectivas en la historia del pensamiento humano. ¿Qué pasa hoy con la moral y el desarrollo de la conciencia?. Dentro de los grandes investigadores del tema se encuentran Jean Piaget, Robert Selman y Laurence Kohlberg y coinciden, a grandes razgos, en que los niños pueden emitir juicios morales claros y conscientes hasta alcanzar un nivel de madurez cognitivo que les permite ver los hechos desde la perspectiva de otros, de la sociedad y sus interrelaciones y también pueden llegar a considerar la intencionalidad de las acciones, propias y de otros.
INTRODUCCIÓN
Hoy los niños y los jóvenes asisten a un proceso de globalización nunca antes experimentado. Esto trae como consecuencia que la moral de las costumbres sociales sea cada vez más compartidas e incorporadas a los propios “estilos de vida” y a los procesos de transculturación. Es así que, por los medio de comunicación social llegan los jóvenes a tener una variada, amplia, precisa y multifacética gama de modelos conductuales ético-morales de todas partes del orbe, y los niños en especial, a traves de los programas y revistas infantiles de de “animé” y todas sus variedades, adquieren una concepción valórica aún no lo suficientemente descubierta.
MORAL SITUADA
Una moral situada es una herramienta eficaz para vincular a los niños y jóvenes con la realidad y desde ahí ayudar a descubrir los valores que necesita tanto el niño, el jóven y el adulto del mundo de hoy. Sean éstos valores universales (libertad, justicia, tolerancia, solidaridad, respeto, responsabilidad y otros), como aquellos de convivencia de grupos especiales de desarrollo, situados en comunidades, sociedades y países determinados. Naturalmente que lo anterior es base fundamental para el desarrollo de una actitud comprometida y responsable con su comunidad y es también una motivación para el desarrollo de una calidad de vida por sí asumida lo que implica tambien un desarrollo del autoconocimiento y de la autocrítica.
ACTITUDES JUVENILES
Al querer educar a los niños/as y jovenes muchas veces nos preguntamos cuál será el mejor modo de hacerlo. Observamos rebeldías, decidias, apatías, desemfrenos, intolerancias y muchas otras actitudes de “no estar ni ahí” de parte de los jóvenes. Nada pareciera motivarlos o entusiasmarlos, nada es de su agrado. Cuesta incluso reconocer “en qué mundo viven” por que les cuensta comunicarse. Es una gran mayoría que vivencia estas realidades y que con sus actitudes estan pidiendo “a gritos” que los adultos (que no s cuesta escuchar), “se acerquen un poco más”, en especial los educadores. (Padres, madres, profesores, tutores, medios de comunicación social, etc.).
EL DESARROLLO MORAL HOY: PROBLEMÁTICA
El problema pasa, muy especialmente, por no existir mediana claridad sobre saber en qué consiste un auténtico desarrollo moral hoy, en que consiste una sólida formación de la conciencia moral hoy. En un pasado reciente estaba muy claro: imponer al niño desde muy pequeño valores y recetas morales preestablecidas, incuestionadas. Hoy eso no sirve, estamos en un mundo muy diferente, en la manera de entender la realidad y las relaciones sociales y las aspiraciones personales. Es un mundo “postmodrno”, dicen algunos, otros lo llaman “cibernético”, y unos terceros “el mundo incomunidado de las comunicaciones”. Como se llame, es nuestro mundo en rápido desarrollo y percibido de una forma muy particular por los niños y jóvenes. Necesitamos algunas “luces” para interpretar la moralidad actual y poder descubrir valores que devienen de este mundo nuevo que ”se hace“ y ”se des-hace“ permanentemente. Es la eterna necesidad humana de “seguridades” que le permitan “acentarse solidamente” y tener “guias” claras para “vivir bien”, sin “contratiempos”. Es sin duda el tipo de moralidad que hoy no puede ser, ya que en un mundo tan cambiante lo único estable y seguro son los principios que permiten ser aplicado a circunstancias muy diversas y a realidades dicímiles. Por ejemplo el principio del respeto a la autodeterminación, permitirá la tolerancia y el respeto hacia el que piensa distinto a mí y “no tolera” las actitudes de “sumisión al más fuerte” (en cualquier sentido “más fuerte”), permite, así mismo, un desarrollo de un auténtica tolerancia. ("No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida por tu derecho a poder decirlo" (Voltaire).
UNA VISIÓN DE LA REALIDAD MORAL HOY
El problema surge cuando debemos en-frentar (poner fente a frente, en igualdad de condiciones, sin pedestales especiales para uno de los dos pensamientos), ideas contradictorias que requieren un actuar en consecuencia. Hay una enormidad de ejemplos en nuestras sociedades: las ideas y las conductas de los “políticos”, expertos en “disfrasar” las acciones de manera que se parezcan mucho a las ideas que vendieron votos, o viceversa. (el lema no es “ser y parecer”, sino más bien “parecer que soy...”). Otro ejemplo común en nuestras sociedades es la actitud del “vivaracho” que enseña a sus hijos que “el mundo es de los vivos”, es decir, el mundo es del mentisoso, del arribista, del adulador, del que aparenta “tener más”, del que “conoce y emplea los trucos del atropellador”, del que opina que el mundo es una “selva”, por tanto lo único que vale es la “ley del más fuerte”, en todo, y a como de lugar. También se manifiesta en la actitud tan recurrente en distintas esferas de nuestra sociedad en que lo único que mueve a ciertas personas es “ley del mínimo esfuerzo” que se manifiesta en la práctica en una hábil demostración para los demás, de un aparente “óptimo desempeño personal y profesional”, recurriendo a todas las artimañas por “hacer lo mínimo indispensable”. En general, son versiones modernas y adaptadas de la máxima del “El Principe”, de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”.
MAS RADIOGRAFIAS...
Nos en-frentamos, o somos víctimas, de todas estas “corrientes de actitudes” y nos preguntamos ¿se aplica acá el respeto a la diversidad? ¿o la diversidad es como la ley del embudo, más ancho para algunos y más estrecho para otros? Pero aún, en muchas ocasiones luchamos, en nuestra conciencia, en nuestros diálogos y/o acciones contra corrientes del medio que a diario se nos presentan como "modelos" de cuestionable calidad moral, que reciben el reconocimiento social, que tienen éxito y son respetados por muchos e inclusos por “muchos que se suponen con un equilibrio moral adquirido”, pues tienen que constantemente “juzgar críticamente” acciones morales de otros (lease “pildoras, moral y legalmente prohibidas”, o “divorcio por causal fingida y aceptada legal y religiosamente”, o “leyes creadas”, pero muy bien justificadas, para favorecer abiertamente “en nombre del pueblo”, a grupos de interés minoritarios, pero “con mucho poder”, o “desformadores profesionales del pensamiento” que obligan a pensar de una sola forma a partir de la más tierna infancia: profesores y educadores instructores-adoctrinadores, o “autoridades” que, por el sólo acto de tener poder lo ejercen de una forma arbitraria, deshonesta, coercitiva y sin el más mínimo respeto por las personas. etc.). Como dice Sánchez Azcona (1995) "En una sociedad donde se da preferencia al 'privilegiado' y 'triunfador', entendiendo por tal a quien obtiene bajo cualquier medio lícito o ilícito, los mayores recursos económicos y políticos a su alcance, se configura un mundo de cínicos donde el darwinismo social se impone en su forma más descarnada, y los conceptos éticos son un estorbo para el que quiere triunfar".(1)
EL TIPO DE EDUCACIÓN MORAL QUE SE REQUIERE
Esta es la urgencia de ayudar a formar una nueva sociedad, que a la par con el progreso científico y tenológico, adquiera también un desarrollo moral y valórico capaz de inducir una mejor calidad de vida, personal y social. La educación formal tiene una enorme responsabilidad al respecto, pero si se asume el aprendizaje valórico desde una perspectiva exclusivamente instruccional, como ha venido ocurriendo mayoritariamente en nuestras ascuelas, es dificil pensar que las nuevas generaciones de jóvenes asuman un compromiso valórico desde una perspectiva auténticamente humanizadora, en base al respeto, la tolerancia, la autodeterminación personal y social, etc. Lo de siempre es seguir infundiendo el “miedo al castigo” por las malas acciones, el “acatar la norma”, porque así debe hacerse, el “someterse a las leyes”, sin cuestionamientos. El jóven actual es contestatario, impulsivo, intgerrogador. El educador debiera favorecer el diálogo constante, transparente, enriquecedor, orientador, en que “juntos” se busquen las respuestas más urgentes a las necesidades del jóven. El educador impositivo, dogmático, que cree poseer la verdad, es “alejado” por el joven que ya “no cree en recetas tradicionales”, y tiene mucho “olfato” para darse cuenta a qué educador tiene al frente o “al lado”.
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Si aceptamos que la base de una moral está dada por las costumbres y tradiciones de una sociedad (país, región, ciudad o lugar), entonces debemos considerar que hay muchas manifestaciones socio-culturales que van determinando en el “día a día” maneras de ser y actuar de un determinado conglomerado de personas (sociedad). Una de estas manifestaciones “socio-culturales” más intensamente arraigada en el mundo es la televisión. Su influencia es tan determinante en la adquisición de modelos de conducta que muchas veces van falseando o degradando las costumbres, tradiciones e instituciones sociales como la familia, por ejemplo, que en la mayoría de los países aún es fuente de apoyo y seguridad física y emocional para sus miembros. El niño típico de edad escolar invierte a lo menos 30 horas semanales frente al televisor, hecho que puede crear confusión en su mente, además de ejercer imperceptiblemente una influencia negativa en su capacidad de ser colaborativo, de desarrollar conductas prosociales, de sorprenderse y rechazar actos de violencia, corrupción, falta de honestidad y responsabilidad social. Con el exceso de televisión poco a poco comienzan a parecer "normales" y cotidianos los antivalores, o bien hacen sentir a los niños que son incapaces de promover un cambio.
RELATIVISMO IMPERANTE
De la misma forma, la envidia, el egoísmo, el egocentrismo y el materialismo desplazan cada vez más los valores, son la base de las nuevas metas de la juventud y llegan a ser una justificación para romper las reglas. Existe, además, un creciente relativismo: "todo depende del punto de vista personal". (“Ley de la selva; del mínimo esfuerzo, del maquiavelismo”, etc.)
DETERIOROS EN LA SOCIEDAD: PROMOCIÓN DE VALORES
Es para todos un hecho a la vista que la sociedad muestra claros indicios de deterioro: violencia en cada vez mayores formas, en especial en el ámbito familiar y escolar (entre niños, niños v/s profesores, apoderados v/s profesores, profesores v/s profesores, etc.), falta de respeto a/de la autoridad, crueldad física y verbal entre los niños, conductas autodestructivas, empobrecimiento del lenguaje, embarazos no deseados en adolescentes, deserción escolar, uso de armas, etc. Los niños y jóvenes cambian en una forma que nos dice mucho de la sociedad actual. Por tanto, estos temas y el de la promoción de valores se han vuelto una preocupación general y de urgente “tratamiento”. El mismo Sánchez Azcona (1995), señala: "Desarrollar la virtud de saber ir en contra de las mayorías y rechazar como único sentido existencial la mera gratificación y satisfacción de impulsos y deseos que la ideología materialista y consumista nos impone, tiene un precio elevado; pero si partimos de que debemos darle un sentido trascendente a nuestra vida, el esfuerzo vale por mucho la pena"(2).
EDUCACION MORAL Y FAMILIA: VISIÓN DEL MUNDO Y LA VIDA
Si compartimos la idea de que la vida humana, mía, tuya y de todos tiene un “sentido trascendente”, cualquiera dimensión de trascendencia que se tenga, entonces este esfuerzo debe ser tarea compartida de la familia, la escuela, la sociedad y la persona. Donde se rompa el esfurzo de la acción educadora, concienciadora (no “concientizadora”), el esfuerzo vital y cinérgico de “inversión de energía creadora” decrece, se aminora y muchas veces se detiene y muere. La familia es la primera educadora moral del niño e imprime la influencia más perdurable, dado que sus relaciones están revestidas de un carácter emocional especial que repercute en que los niños se sientan amados y valiosos o bien insignificantes, dependiendo de cómo actúan los “sistemas de educación” desarrollados por los familiares. Los padres transmiten inconscientemente a sus hijos una visión de la vida y las razones por las que es importante actuar conforme a valores. Aunque muchas veces ellos mismos no actúen en consecuencia. La combinación amor-autoridad es fundamental, pero puede llegar a ser también “fatal” ya que estos equilibrios son difíciles de manejar, en especial por la graduación que deba darse de ellos en el crecimiento y desarrollo de la autonomía. Es una de las importantes preocupaciones de toda familia que está conciente de la importancia del buen desarrollo moral de los niños y se esfuerza por “tratar de hacer lo mejor posible”. Si los niños tienen una relación estrecha y de comunicación abierta y clara con sus padres, son menos vulnerables a la presión negativa del grupo de pares.
EDUCACION MORAL Y ESCUELA:
A PARTIR DE UNA VISIÓN DEL MUNDO Y LA VIDA QUE EL NIÑO TRAE
La escuela debe tener también un importante rol de educadora moral, a pesar de que hoy se observa mucha tendencias de padres y, en consecuencia, de jóvenes que disminuyen o niegan este rol, poniendo énfasis en la idea de una “escuela meramente instructora”, que prepare “efectivamente”, “pragmáticamente” para una vida funcional, utilitaria. Lo otro, lo moral-valórico es “perdida de tiempo”. (pensamientos recogidos en la práctica pedagógica y en la investigación-acción) Ya el niño trae una especial visión del mundo y de la vida desde su hogar, que hay que ayudar a completar, a asumir y a autodeterminar. La formación y educación no pueden separarse de un sistema de valores. En ocasiones, éste no es explícito, sino que está oculto en el proceso educativo. Por tanto, se quiera o no, se trabaje conscientemente o no, los valores se ponen de manifiesto y se transmiten de una u otra forma. Hacerlo explícitamente implica una coordinación de esfuerzos y una preparación en educación moral que permite a instituciones y familias actuar en conjunto para no caer en contradicciones y conflictos y para que se respeten las opciones individuales, sin menoscabo de la transmisión de valores universales positivos deseables en todo individuo y sociedad. Actualmente la Reforma Educacional favorece esta instancia de desarrollo valórico explícito a través de los Objetivos Transversales. La educación moral debe dirigirse por objetivos éticos claros para enfrentarse a los obstáculos que la dificultan, como centrarse en el éxito económico personal, el lucro, el individualismo, la competencia desleal, el razonamiento superficial, etc.
EDUCACION MORAL Y SOCIEDAD: UN CAMINO POR DEFINIR Y RE-DEFINIR
Los valores no sólo facilitan las relaciones armoniosas entre las personas, sino que repercuten en toda la vida de un país; inciden no sólo en el ámbito personal sino en el social, laboral y económico. Una sociedad que da la mayor importancia a los valores profundos, tiene una guía que le permite definir sus objetivos y prioridades, y traducirlos en acciones. Es el reto permanente de toda sociedad que quiera tener un sentido claro de desarrollo social y moral: hay que construir permanentemente y entre todos los “actores sociales” las vías por donde transitar adecuadamente hacia la realización, hacia la mejor calidad y sentido de vida. Es una necesidad definición y re-definición permanente como expresión de un mundo cambiente y en desarrollo acelerado.
El pensamiento moral, la adquisición de una conciencia moral, es resultado de muchos factores: la personalidad, las actitudes emocionales, las influencias familiares y culturales, entre otros. Sin embargo, muchas investigaciones actuales se han centrado en sus aspectos cognoscitivos ya que, además de los elementos mencionados, los valores y el razonamiento moral se esclarecen a la par que el pensamiento, y dependiendo de su desarrollo y guiaje favorecerá o no una adquisición de una conciencia moral y valórica autodeterminada que le permita, en definitiva un buen manejo de la calidad de su vida y de la vida social en la que participa.
SENTIDO Y ACLARACIÓN DEL PRESENTE ARTÍCULO
En este artículo, que se centra en el progreso cognoscitivo del niño respecto al juicio moral, no pueden quedar desatendidos, al menos en su formulación, los otros aspectos que también son importantes en la adquisición de una “conducta moral” fruto de factores “multi relacionales”, como por ejemplo, los factores derivados del desarrollo de la inteligencia emocional, entre otros. Los teóricos cognoscitivistas afirman que el educando tiene un papel activo en su propio crecimiento. En consecuencia, conocer cómo las características y el nivel de desarrollo del niño inciden en su razonamiento ético, permite que el trabajo educativo al respecto sea más acertivo y se adecuen las estrategias, casos, ejemplos y situaciones a la edad de los niños con quienes se trabaja. Todo ello a fin de facilitar un progreso real a través de las diferentes etapas y de acuerdo con sus propios ritmos.
EMPATÍA E INTENCIÓN: CONCEPTOS ESENCIALES
Decir "no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti" y "trata a los demás como quieres ser tratado", proporciona un sólido argumento para relacionar el avance moral con el cognoscitivo. Dichos principios o reglas demandan del individuo la capacidad de empatía, la posibilidad de ponerse en el lugar del otro y de imaginar cómo puede sentirse. Los términos empatía e intención son esenciales para entender la evolución del niño en su desarrollo moral.
El término "empatía" proviene del griego empatheia: estado de quien se halla interiormente afectado o conmovido, y designa el conocimiento del prójimo por comunión afectiva, mediante el examen reflexivo de las interacciones del yo y tú. Es el clásico “saber ponerse en el lugar del otro”, pero tomando en cuenta las múltiples variables que ello implica.
Por su parte, el término "intención" proviene del latín intentio: acción de tender hacia. En su sentido actual se refiere a “lo que se propone el que obra”, su propósito o finalidad. Puede ser consciente o inconsciente, manifiesto u oculto, evidente o deducido por otros.
Los niños pequeños se caracterizan por ser egocéntricos y, por lo tanto, muy poco capaces de ser empáticos. Esta capacidad evoluciona a medida que pasa de una a otra etapa en sus habilidades de pensamiento y en la medida que su afectividad colabora con los procesos cognitivos.
Jean Piaget, Robert Selman y Laurence Kohlberg
Los investigadores que ultimamente han trabajado el aspecto cognoscitivo del desarrollo moral, Jean Piaget, Robert Selman y Laurence Kohlberg, coinciden en que los niños sólo pueden emitir juicios morales sólidos hasta alcanzar un nivel de madurez cognoscitivo que les permita ver los hechos desde el punto de vista de otra persona, así como considerar la intencionalidad de las acciones.
Se presentan, a continuación, las propuestas de estos tres investigadores, de manera que en un estudio reflexivo personal y también compartido, pueda el educador decidir cuál de ellas, en qué momentos, para qué niños y en qué circunstancias pueden aportar cada una de ellas.
PERSPECTIVA PIAGETIANA
Piaget piensa que el pensamiento moral se desenvuelve en dos etapas principales que coinciden aproximadamente con las fases preoperacional y concreta del desarrollo cognoscitivo.
En la primera existe una moralidad de prohibición o moralidad heterónoma, llamada también por Piaget realismo moral. En ella los niños tienen ideas estrictas e inflexibles de los conceptos morales (las reglas simplemente existen). Al encontrarse en una fase de crecimiento egocéntrico, no se imaginan sino una sola forma de ver un asunto moral; en esta etapa, las reglas no pueden cambiarse, la conducta es correcta o incorrecta y el castigo severo es la única forma de enseñanza moral: un acto es malo si se castiga. El niño juzga las acciones en términos de consecuencias físicas y no de la motivación que se encuentra detrás de ellos; las reglas deben obedecerse sin cuestionarse, se consideran inalterables y el respeto a la autoridad es unilateral, lo cual conduce a actuar de acuerdo con los estándares de los adultos. En cuanto al concepto de justicia, en esta fase los niños confunden la ley moral con la ley física y llegan a creer que cualquier accidente o desgracia ocurrida después de un mal comportamiento, es un castigo sobrenatural al mismo.
En la segunda etapa, llamada de moralidad de cooperación o moralidad autónoma, existe un pensamiento moral más flexible, menos egocéntrico, que admite una mayor gama de puntos de vista en cuestiones éticas. El niño es capaz de concluir que no hay un patrón moral absoluto e inmodificable, sino que la gente formula sus propios códigos de lo que es correcto e incorrecto; puede formular juicios más sutiles de conducta; toma en cuenta la intención que hay detrás de una acción; aplica por consiguiente el castigo de manera más apropiada, pues es capaz de ponerse en el lugar de otra persona para, así, juzgar los actos por sus intenciones y no por sus consecuencias; reconoce que las personas crean las reglas y que, por lo tanto, éstas pueden cambiar. Además, existe un concepto de respeto mutuo hacia la autoridad. En cuanto al castigo, los niños favorecen un tipo de pena que compense a la víctima y que permita al ofensor reconocer lo incorrecto de su acción, ayudándolo a corregirse. Así mismo, dejan de confundir la desgracia natural con el castigo.
En su método, Piaget contaba historias a los niños para ver cómo pensaban en ambas etapas al emitir juicios morales. En la primera, por ejemplo, consideraban más culpable al niño de la historia que por ayudar a su padre llenó un tintero y derramó sobre el mantel una gran cantidad de tinta, mientras que en la segunda consideraban culpable al niño que hizo una pequeña mancha de tinta al desobedecer la prohibición de jugar con el tintero. Es evidente que la diferencia en la madurez de los juicios morales radica principalmente en el uso del concepto de intención.
LA PERSPECTIVA DE SELMAN
Al estudiar la progresión desde el pensamiento egocéntrico hasta el razonamiento moral, Selman se centró en la capacidad del niño de "representar un papel", refiriéndose a la posibilidad de asumir el punto de vista de otra persona imaginando lo que piensa y siente. Los psicólogos del desarrollo señalan la existencia de dos componentes en la empatía:
a) una reacción emocional hacia los demás y
b) una reacción cognoscitiva o de pensamiento.
La empatía emocional se observa en la mayoría de los niños desde el primer año de vida; por ejemplo, los bebés suelen voltear para mirar llorar a otro infante y frecuentemente también lloran. Después, alrededor del segundo año, los niños intentan en forma "intuitiva" aliviar o consolar la congoja del otro. Ya en la edad escolar, desde los seis años aproximadamente, se desarrolla la empatía cognoscitiva, en donde la comunicación emocional (como el llanto) ya no es indispensable pues el pequeño cuenta con un punto de referencia o modelo interno respecto de cómo puede sentirse una persona en una situación difícil, lo demuestre o no, y por ello actúa de manera más apropiada para ayudar al otro. Finalmente, al final de la niñez, aparece una empatía más abstracta, que incluye a grupos de gente con quienes no se tiene contacto directo pero que se percibe en desventaja o que necesita apoyo.
Esto es importante dado que la moralidad considera el bienestar de otras personas. Tanto los niños como los adultos responden emocionalmente a los signos de aflicción de otras personas, pero la reacción de un pequeño no se basa en la comprensión de cómo se siente el otro individuo. La empatía se desarrolla y representa una parte importante de nuestra habilidad para comprender y convivir con otra persona. Los niños empáticos tienden a ser más compasivos y a ayudar a los demás, a ser menos agresivos y participan en una mayor cantidad de acciones prosociales tales como ayudar y compartir. Por tanto, son más apreciados por pares y adultos, tienen más éxito en la escuela y el trabajo y son capaces de establecer un contacto cercano y estrecho en sus relaciones con los demás.
Selman dividió el desarrollo del desempeño de un papel en cinco etapas (las edades son simplemente un parámetro aproximado):
• Etapa 0 (de cuatro a seis años aproximadamente). Los niños son egocéntricos, piensan que su punto de vista es el único posible y juzgan las situaciones desde esa sola perspectiva.
• Etapa 1 (de seis a ocho años aproximadamente). Los niños se dan cuenta de que otras personas interpretan una situación de manera diferente, y consideran la intención como importante.
• Etapa 2 (de ocho a diez años aproximadamente). Además de darse cuenta de que otros pueden tener un punto de vista diferente al propio, los pequeños tienen conciencia también de que los demás saben que ellos tienen su propio punto de vista particular. Selman lo llama coincidencia recíproca.
• Etapa 3 (de 10 a 12 años aproximadamente). Los niños pueden considerar la perspectiva de una tercera persona, es decir, toman en cuenta varios puntos de vista a la vez.
• Etapa 4 (adolescencia en adelante). Los jóvenes son conscientes de que ponerse en el lugar de otras personas no siempre resuelve las disputas.
• Enseñar a los niños a preocuparse por los demás y asumir sus puntos de vista, les facilitará sus interacciones sociales. Para aprender éstas habilidades no existe nada que reemplace la la experiencia y al ejemplo vivo de personas significativas.
LA PERSPECTIVA DE KOHLBERG.
LOS NIVELES DEL RAZONAMIENTO MORAL
Kohlberg trabajó con los niños a través de la presentación de "dilemas morales" para evaluar su nivel de razonamiento ético. En el fondo de cada dilema existe un concepto de justicia, una cuestión de conducta y preguntas de cómo debía juzgarse en relación con una serie de conceptos morales básicos como el valor de la vida humana, los motivos para actuar, los derechos individuales y el respeto a la autoridad ética. Para Kohlberg lo importante no eran las respuestas en sí, sino el tipo de razonamiento que los conducía a ellas. Este autor concluyó también que existe correlación entre el nivel de razonamiento moral y el cognoscitivo de una persona, y que las personas no sólo internalizan patrones de los padres sino que elaboran juicios éticos propios.
Kohlberg estableció tres niveles básicos de razonamiento moral, cada uno de los cuales se subdivide en dos etapas:
Nivel I. Moralidad preconvencional (de los cuatro a los diez años):
El juicio se basa en forma exclusiva en las necesidades y percepciones propias.
Al inicio de este nivel los niños actúan para evitar el castigo u obtener recompensas, es decir, su conducta está controlada por elementos externos. El pequeño interpreta el bien y el mal y las reglas en términos de las consecuencias de romperlas y del poder de la autoridad que las establece. Aún cuando desde los seis años aproximadamente los infantes empiezan a entender el punto de vista de otros, siguen pensando que sólo la opinión de los adultos es la correcta; sin embargo, presentan actitudes cambiantes entre afirmar sus derechos-autonomía y una gran obediencia-cooperación. Frecuentemente desobedecen pues no entienden la necesidad de tener reglas.
En la segunda etapa de este nivel, empiezan a considerar que todos tienen un punto de vista, pero el "correcto" aún depende de sus propios intereses y conveniencia; actúan en función de la "ley del talión" y son correctos con quienes lo son con ellos y viceversa. Así, comparan constantemente el trato que reciben de los otros y exigen que éste sea igualitario. No toleran las diferencias y con frecuencia recurren a los términos "justo e injusto". Tienden a mostrar gran insensibilidad por el sentimiento de otros.
Nivel II. Moralidad de conformidad con el papel convencional ( de diez a 13 años):
El juicio moral se basa en la aprobación de otras personas, las expectativas de la familia, los valores tradicionales, las normas sociales y la lealtad a la nación.
Los niños desean agradar a otras personas, quieren ser considerados "buenos" por las personas cuya opinión es importante para ellos; perciben el bien y el mal más allá de sus consecuencias evidentes o inmediatas, se conforman y tienen lealtad al orden social. En la primera etapa de este nivel, los pequeños poseen ya una imagen internalizada de lo que es ser una buena persona y dicha imagen es su modelo de lo correcto; su motivación para actuar "bien" es la aprobación social y autoestima; reconocen que debe tratarse a los demás como les gustaría que los trataran; son capaces de ponerse en lugar de otros y en ocasiones tienen motivos para actuar bien hacia ellos. Su capacidad para perdonar aumenta y encuentran atenuantes para las conductas de los demás.
En la pubertad la aprobación de los pares es esencial. Por tanto la presión del grupo entra en fuerte conflicto con la conciencia personal.
Nivel III. Moralidad de los principios autónomos (de los 13 años en adelante):
En un primer momento el juicio moral se basa en el compromiso social para posteriormente (aunque según Kohlberg pocos individuos alcanzan este nivel, pero hay que formar para ello) llegar a una orientación por los principios éticos universales en donde los aspectos del bien y el mal son de conciencia individual e implican conceptos abstractos de justicia, dignidad humana e igualdad.
En este nivel la gente sigue principios internalizados y, por lo tanto, puede decidir entre estándares morales en conflicto; el control de la conducta es interno; se valora la responsabilidad de formar parte de una sociedad; la motivación para actuar conforme al bien es ayudar a que el sistema funcione; se es más independiente de la presión de grupo, pues la satisfacción propia es más importante que agradar a quienes le rodean, y la cooperación se considera esencial para el funcionamiento de la sociedad.
La madurez ética implica la independencia de la autoridad de grupos de personas y de leyes. De acuerdo con Kohlberg, una minoría de adultos alcanza este nivel en su primera etapa (compromiso social), y casi nadie la última (principios éticos universales).
Lo normal es que las personas tengan características predominantes de una etapa, y características secundarias de las etapas anterior y posterior. Kohlberg explica que todos los niños pasan las mismas etapas de desarrollo en su juicio moral; algunos lo logran más rápidamente y otros llegan a niveles superiores, dependiendo del ambiente en que se desarrollan. Una parte importante del "ambiente moral" es el diálogo y la interacción en cuestiones éticas que llevan a los niños a pensar por sí solos y no sólo a repetir respuestas correctas o incorrectas.
CONCLUSIONES
Las teorías cognoscitivistas proporcionan al educador una herramienta útil para apoyar el desarrollo de razonamiento moral de niños y jóvenes; sin embargo, existen algunos cuestionamientos importantes, relacionados sobre todo con la consistencia entre el nivel de crecimiento y la conducta.
El vínculo entre los juicios morales en dilemas hipotéticos y la conducta real, no se ha establecido bien. El desempeño de una persona en una prueba que evalúa el juicio moral, no predice cómo se comporta dicha persona en la realidad. Los valores a veces se tienen intelectualmente, pero no trasciende a la acción.
Otros autores han encontrado que, conforme las personas avanzan en su desarrollo moral, también cambia su comportamiento: se comparte, se ayuda y se defiende a los demás. No obstante, la relación entre razonamiento y conducta no es muy fuerte. Las investigaciones señalan como explicación que la conducta no sólo se ve afectada por el razonamiento, sino por el modelamiento, la internalización y la valoración afectiva. (Inteligencia Emocional, en acción).
En un inicio, los adultos dirigen la conducta moral de los pequeños mediante instrucción directa, supervisión, recompensas, castigos y corrección; pero llega un momento en que los niños internalizan dichas guías y adoptan los estándares externos como propios. De ahí la importancia de darles explicaciones y razones al corregirlos en sus actos, esperando de ellos que se comporten de una manera moral aunque nadie los observe.
Otra influencia importante en el comportamiento es el modelamiento. Los niños expuestos de manera consistente a adultos generosos y altruistas, respetuosos y cuidadosos con los demás, tienden a preocuparse más por los derechos y sentimientos de otros. (Hay muchas investigaciones en tal sentido).
De lo anterior se deduce la necesidad de combinar amor con autoridad de una manera constante, de reflexionar en el tipo de modelo que somos o queremos ser para los jóvenes, en contraste con los modelos inadecuados a que están sometidos cotidianamente. (Especialmente, como se ha señalado, en los medios de comunicación social, TV)
Otro aspecto fundamental es vincular a niños y jóvenes con la realidad (moral situada) que es la herramienta más poderosa para enseñar el significado de la solidaridad y la responsabilidad con su comunidad, y motivarlos a buscar la excelencia personal en términos amplios, con una visión generosa y comprometida, para que sean capaces de sentir indignación ante las ofensas a los demás. Así mismo, es necesario enfrentar a los niños en la escuela a ejercicios de razonamiento moral en sus programas curriculares, (Objetivos Transversales) ejercitar la reflexión conectando las materias académicas con problemas o casos reales de la sociedad en que viven, con la historia del país y con sus ejemplos y experiencias personales.
Los adultos en general y en particular los educadores, requieren entrenamiento en metodologías para la educación de los valores, así como en ejercicios para la clarificación de su propia escala de los mismos.
En casa y escuela debe animarse la reflexión moral. La historia de las naciones y los individuos abunda en ejemplos de aciertos y errores que pueden analizarse con los niños para crear:
• Conciencia moral, es decir, la capacidad de ver las dimensiones éticas de las situaciones vitales.
• Comprender objetivamente los valores para aplicarlos a situaciones concretas.
• Ser capaces de tomar la perspectiva de los demás.
• Ser capaces de razonar moralmente comprendiendo por qué algunas acciones son mejores que otras, considerando las alternativas, consecuencias y valores en juego.
• Desarrollar el autoconocimiento y la capacidad de autocrítica.
Para crear “sintonía fina” entre padres y maestros, necesitamos tener claro que existen valores objetivamente positivos y universalmente aceptados en una sociedad pluralista y que, además de enseñarlos, es necesario ayudar a los jóvenes a entenderlos, interiorizarlos y actuar en base a ellos; demostrar a los niños, en cada oportunidad que se presente, que los valores tienen aplicación real y objetiva en la vida; que convienen al individuo y a la comunidad, y resisten las pruebas de la reversibilidad (¿te gustaría ser tratado de la misma manera?) y de la universalidad (¿te gustaría que toda la gente obrara de la misma manera en situaciones similares?). Se trata de una estrategia de enorme utilidad.
Recordemos que los educadores tenemos la importante labor de completar y reforzar la tarea de los padres que nos confían a sus hijos. Nuestro mejor desempeño profesional, por tanto, debe pasar necesariamente por una educación moral sólida que les permita una adaptación y convivencia armónica con los demás y con ellos mismos. Esto implica un buen esfuerzo sostenido en preparación, perfeccionamiento, descubrimientos y redescubrimientos de estrategias y metodologías que permitan hacer realidad esta importante, enorme e impostergable tarea: aportar significativamente, desde el aula, al desarrollo moral de nuestros jóvenes, hoy.
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